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Francisco: Un Pontificado de Ruptura y Amor

El mundo llora la partida del Papa Francisco, un pontífice que marcó una era de reformas y cercanía, dejando un legado de amor universal y justicia social.

El eco de la campana fúnebre resonó en la Plaza de San Pedro, anunciando el fallecimiento del Papa Francisco a las 7:35 de la mañana en su residencia de la Casa Santa Marta. El cardenal Kevin Farrell, con voz quebrada, confirmó la noticia a las 9:45, sumiendo a la Iglesia Católica y al mundo en un profundo luto.

«Con inmenso dolor, anunciamos el tránsito de nuestro amado Santo Padre Francisco», declaró Farrell ante una multitud de periodistas y clérigos. «Su vida, un faro de servicio y humildad, nos enseñó a abrazar el Evangelio con valentía y amor, especialmente hacia los más vulnerables».

Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa latinoamericano y jesuita, ascendió al trono de Pedro el 13 de marzo de 2013, inaugurando un pontificado marcado por la reforma y el diálogo. Su elección, un soplo de aire fresco para la Iglesia, simbolizó un giro hacia la periferia y una llamada a la acción social.

Su última aparición pública, durante la celebración de la Pascua, reveló su fragilidad, pero no su espíritu. Desde el balcón de la Basílica de San Pedro, saludó a los fieles con una sonrisa serena, aunque el discurso Urbi et Orbi fue leído por un clérigo, alimentando las preocupaciones sobre su salud. Un día antes, su encuentro con el vicepresidente estadounidense J.D. Vance, fue una muestra de su compromiso hasta el final.

El legado de Francisco se extiende más allá de los muros del Vaticano. Su encíclica Laudato si’, un llamado a la acción contra el cambio climático, resonó en líderes mundiales. Su defensa de los migrantes, su lucha contra la pobreza y su promoción del diálogo interreligioso lo convirtieron en una voz global por la justicia y la paz.

Su estilo de vida, alejado de la opulencia, lo acercó al pueblo. Eligió la Casa Santa Marta como su hogar, rechazando los apartamentos papales, y prefirió el contacto directo con los fieles, visitando cárceles, hospitales y zonas de desastre.

Con su fallecimiento, se inicia el periodo de sede vacante. El camarlengo asume las funciones administrativas, mientras se preparan las exequias en la Basílica de San Pedro, un evento que congregará a líderes mundiales y fieles de todos los rincones del planeta. El cuerpo del pontífice será expuesto en capilla ardiente, permitiendo a los fieles rendirle homenaje.

La Iglesia Católica y el mundo entero se despiden de un líder que trascendió fronteras, un pastor que predicó con el ejemplo y dejó una huella imborrable en el corazón de la humanidad. El Papa Francisco, ahora, descansa en la «casa del Padre», como expresó el cardenal Farrell.

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